"No se nace mujer: se llega a serlo”, es seguramente una frase que has escuchado muchas veces y que se ha convertido en un lema del feminismo. Pero quizá no sepas que proviene del libro El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, uno de los referentes del feminismo del siglo XX.
Lemas como este se repiten en encuentros y manifestaciones feministas, como las que se celebran el 8 de marzo, Día de la mujer, y en las redes sociales circulan como titulares o hastags, pero ¿realmente sabemos su procedencia?
Queremos compartir con vosotros tres títulos seminales para comprender de dónde surge la lucha feminista y conocer a tres pensadoras que se atrevieron a reivindicar los derechos de las mujeres y a denunciar la desigualdad entre los sexos. ¡No os los perdáis!
El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, es la obra que ha nutrido el feminismo de la segunda mitad del siglo XX y es el ensayo feminista más importante de esa centuria. Todo lo que se ha escrito después en el campo de la teoría feminista, o bien continúa sus planteamientos y los desarrolla, o los critica oponiéndose a ellos.
El segundo sexo es un ensayo filosófico que analiza la condición femenina en las sociedades occidentales desde múltiples puntos de vista: el científico, el histórico, el psicológico, el sociológico, el ontológico y el cultural. Se trata de un estudio totalizador que investiga desde la raíz la naturaleza y condición de esa mitad de la humanidad que somos las mujeres.
Política sexual es otra obra clave del feminismo contemporáneo. En este ensayo de Kate Millett coexisten en su análisis dos líneas críticas, la literaria y la cultural, que permiten captar los nítidos reflejos que la literatura ofrece de esa vida que describe, interpreta e incluso deforma. Política sexual se divide en tres grandes partes. La primera gira en torno a la afirmación de Millett de que el sexo reviste un cariz político que suele pasar inadvertido la mayoría de las veces. La segunda parte es eminentemente histórica y su objetivo es aclarar la transformación de las relaciones sexuales tradicionales, experimentada a finales del siglo XIX y principios del XX. En la tercera parte Kate Millett se centra en las consideraciones literarias estudiando la obra de autores tan representativos de esa época como D. H. Lawrence, Henry Miller, Norman Mailer y, como contraste frente a éstos, Jean Genet.
La mística de la feminidad, de Betty Friedan, se publicó originalmente en Estados Unidos en 1963. Una obra de investigación, respaldada por un abundante trabajo descriptivo, que acabó convirtiéndose en un libro militante. Friedan llama "mística de la feminidad" a esa imagen de lo "esencialmente femenino", eso de lo que hablan y a lo que se dirigen las revistas para mujeres, la publicidad y los libros de autoayuda. Una horma moral, fabricada en esos años, en la que se pretende, como en un lecho de Procusto, hacer vivir a todas las mujeres. Algo inauténtico que, si se intenta llevar a cabo, produce consecuencias cada vez más graves. Comienza por un difuso malestar y termina por producir enfermedades verdaderas: “El malestar que no tiene nombre”, es el título del primer capítulo. Estamos ante un libro extraordinariamente influyente que ha resultado ser decisivo para uno de los cambios sociales más determinantes del siglo XX: la posición y autoconciencia de las mujeres como grupo.
Podéis disfrutar de la lectura de estas tres obras en la Colección Feminismos, que este año celebra su 30 aniversario. Una colección que compete a todos y quiere ser una contribución esencial para el cambio y el progreso del pensamiento y las prácticas sociales.
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